Revista Tenerife

En la isla de Tenerife, un capítulo de devoción y servicio está a punto de cerrarse con la llegada de la Semana Santa. El obispo actual, una figura de profunda reverencia en la comunidad, se prepara para vivir estos días de reflexión y tradición por última vez en su cargo. Antes de que los ecos de las campanas se desvanezcan, presentará su renuncia al papa, siguiendo el protocolo eclesiástico que dicta la acción al cumplir la edad de jubilación.

Este obispo, que ha guiado a su diócesis con un espíritu de cercanía y compromiso, se enfrenta a una Semana Santa agridulce. Por un lado, celebra la fe y la esperanza que caracterizan estas fechas; por otro, se prepara para dejar un legado de amor y liderazgo espiritual. Su gestión ha estado marcada por un enfoque pastoral que ha buscado conectar con los fieles, entendiendo sus necesidades y aspiraciones.

La comunidad, consciente de la inminente despedida, se dispone a acompañar a su obispo en cada paso de esta última Semana Santa bajo su guía. Las procesiones y rituales cobrarán un significado especial, como un homenaje viviente a su labor pastoral. Mientras tanto, la expectativa sobre quién será su sucesor comienza a tejerse entre los feligreses, esperanzados de que el nuevo líder continúe el camino de empatía y guía espiritual que ha caracterizado a la diócesis en esta era que ahora se dispone a concluir.